Diumenge XXVIII del Temps de durant l’Any, 9 d’octubre de 2016:

LA PREGÀRIA A MARÍA EN LA DARRERA HOMILIA DEL ROSER

Dissabte 1 d’octubre, Mn. Manel clogué la seva homilia amb aquesta pregària del sacerdot poeta FRANCESC MALGOSA I RIERA, que es troba al seu Poemari del Llibre de María, editat curosament per ell mateix el 2003. Conscient que presidia per darrera vegada la Missa de la Festa Major de Sarrià en honor de la Mare de Déu del Roser, volgué llegir-la calmosament, assaborint-ne el seu contingut. Avui, Mn. Salvador Bacardit, a les 19’30 del vespre pren possessió com a nou rector de la Parròquia en la missa que presidirà Mons. Joan Josep Omella, arquebisbe de Barcelona. La imatge és d’una Mare de Déu “que desfà els nusos”, advocació molt estimada pel Papa Francesc i que tant va difondre a Buenos Aires. A ella s’ha adreçat durant tot un any Mn. Manel, amb la confiança que alguns dels “nusos” que impedien un eficaç desenvolupament pastoral es desfessin el més prompte possible

 

Mare, seiem al pedrís del brollador,

en el claustre interior de la meva ànima.

Deixeu

que la mirada cansada dels meus ulls

reposi en la pau de la vostra mirada.

Deixeu

que el cor vagi al compàs del vostre.

Després,

escoltarem plegats la parla del silenci,

la cançó de la font, la remor de l’arbreda,

el piular dels ocells.

Obriré

pausadament les pesantes portes del cor i de l’esperit,

les cobertes de plom del llibre de la vida.

Mirarem, tots dos, a poc a poc,

full per full, l’aventura del meu viure.

El teu amor farà lleugera la vergonya

El traç de tot camí és costerut.

Els límits personals són enganyosos.

Les hores de bondat són punts de llum.

Fugides i derrotes són punts foscos.

En el silenci

el baticor del món reviu velles històries,

el gemir de planys i plors brolla en cascada.

L’aigua del penar és sempre amarga.

En l’odre de l’amor recollirem les llàgrimes;

i, si tu li dius,

Jesús com a Canà, farà el miracle.

Mare!,

a l’hora del perill sigues ma força,

a l’hora del foscant la meva llum,

a l’hora de la mort, prop del capçal,

sigues en el meu vol la meva guia.

I, ara,

mentre faig camí,

deixa’m viure i sentir,

en el fons del meu jo, el teu amor de Mare.

 


 

ADORACIÓ AL SANTÍSSIM SAGRAMENT. Adoració continuada de dilluns a divendres, a la Capella del Santíssim, des de les 8’30 del matí a les 20’00. ADORACIÓ PER LA VIDA. Els dissabtes de 8.30 a 10.00. RÉS DEL SANT ROSARI. De dilluns a divendres, a les 19,40, a la Capella del Santíssim, durant tot el mes d’octubre. La pregària del Rosari ens permet de contemplar amb María tots els misteris de Jesús, i ho fem acompanyats d’ella, que els va viure tan profundament i intensament. CONSELL PASTORAL, CONVOCAT PEL NOU RECTOR. Està previst per al dimarts, 11 d’octubre, a les 20’00, a la casa rectoral. És el primer que presidirà Mn. Salvador Bacardit. FESTA DE LA VERGE DEL PILAR. És dia de festa, però no de precepte. Litúrgicament és la festa de la Verge del Pilar i les misses seran a les 8,30, 10,00 i 20,15. No hi haurà la “Missa Baturra”, que organitzava el Centre Aragonès de Sarrià.

 


 

LA GUERRA DE SÍRIA, L’ULTRATJADA ALEPO, LA VERGONYA D’EUROPA 

Bernard Henri-Levy, 6 octubre 2016 / El País

SIRIA

Debemos acabar a toda costa con los bombardeos masivos, ciegos e indiscriminados —o, peor aún, discriminados, dirigidos sobre todo contra la población civil, los convoyes humanitarios y los hospitales— que se han reanudado con más fuerza que nunca en Alepo. Debemos exigir que, en los próximos días (en las próximas horas, los próximos minutos), cesen la lluvia de acero, las bombas de racimo y de fósforo, los barriles de cloro arrojados a baja altura sobre los últimos barrios de la ciudad en manos de los moderados; que el mundo, empezando por las democracias, reaccione ante esas imágenes terribles, transmitidas por los escasos testigos que siguen allí, de niños con el cuerpo destrozado y retorcido; heridos con

miembros amputados sin anestesia por médicos desesperados que también mueren; mujeres abatidas por un obús mientras, como en Sarajevo hace 23 años, hacían cola para comprar yogur o pan; voluntarios alcanzados mientras recorren los escombros en busca de supervivientes; seres sin fuerzas, rodeados de basuras y deshechos, que dicen adiós a la vida.

Debemos sofocar las columnas de fuego y humo. Debemos disipar las nubes de gas inflamado procedentes de las sofisticadas armas de los asesinos. Debemos hacerlo, porque podemos. Y podemos porque esta carnicería, estos crímenes de guerra a gran escala, este urbicidio deliberado de la que fue segunda ciudad de Siria, la más cosmopolita y maravillosamente viva, estos posibles crímenes contra la humanidad a los que se suma la destrucción de unos sitios culturales y conmemorativos que forman parte del patrimonio mundial, tienen unos culpables claramente identificados y que ni siquiera intentan ocultarse. Me refiero, por supuesto, al régimen de Damasco, al que hace mucho que deberíamos haber empezado a tratar como hicimos en su momento con el de Gadafi. Pero también a sus padrinos iraníes y rusos, que llevan cinco años bloqueando todos los intentos de resolución de Naciones Unidas; cuyos aviones han contribuido, en varias ocasiones documentadas, a esta guerra masiva contra la población civil; y que cada vez parecen más decididos a aplicar a Siria el lema ensayado en Chechenia: “Acorralar hasta el fin” a quienes el ministro de Exteriores Lavrov llama ahora “terroristas”. A partir de ahí, el dilema es sencillo. Desde que, hace tres años, Barack Obama decidiera misteriosamente no sancionar a Bachar el Asad por haber traspasado la “línea roja” que él mismo había trazado y que prohibía el empleo de armas químicas, es de temer que la decisión recaiga especialmente, o por completo, sobre Europa.

Podemos actuar, definir nuestra propia línea roja, prever, en caso de infracción, un endurecimiento de las sanciones contra una Rusia responsable de los crímenes de su vasallo sirio. Podemos tomar de inmediato la iniciativa de un espacio de negociación y presión similar al “formato Normandía” que el presidente Hollande y la canciller Merkel concibieron hace dos años para contener la guerra de Ucrania y que, de hecho, la contuvo; así obligaríamos al agresor a ceder. O podemos no hacer nada; consentir, como dijo el embajador francés ante la ONU, François Delattre, un nuevo Sarajevo: correr el riesgo de que haya una Gernika árabe, con las escuadrillas rusas en el papel que desempeñó la Legión Cóndor en el cielo de la España republicana de 1936. Y eso no sólo sería indigno, sino que agudizaría los peligros actuales, empezando por el dramático aumento de la ola de refugiados, de los que nunca recordamos que vienen en su inmensa mayoría de Siria y son resultado directo de la no intervención de la comunidad internacional en una guerra total, sin precedentes cercanos y que hiere las conciencias. Así estamos. Alepo asediada, sin rendirse, muriendo de pie. Alepo exhausta, ultrajada, arrinconada y abandonada por el mundo. Alepo, que es nuestra vergüenza, nuestro crimen de omisión, nuestra degradación. Nuestra capitulación ante la fuerza bruta, nuestra resignación ante lo peor del ser humano. Alepo, que ha dejado de pedir ayuda. Alepo, que muere y nos maldice. Y una Europa en primera línea que, aunque sólo sea por la presión de un pueblo al que no ha sabido proteger y que llama a sus puertas para que lo acoja, se juega su futuro y una parte de su identidad. ¿Entregará esa Europa en Alepo lo que le queda del alma? ¿O sabrá recuperarse, engrandecerse y revivir? Esa es la cuestión fundamental.